Hola. Soy Rafael Ros. En este artículo quiero hablarte de cómo ser un buen jefe.
He conocido a muchas personas que ocupaban puestos de responsabilidad y tenían un equipo a su cargo. La mayoría tenían buenas intenciones, eran inteligentes y trabajadores.
Pero creo que muchos no estaban a la altura de lo que debe ser un jefe eficaz.
¿Qué es lo que distingue a un buen jefe?
Un buen jefe se enfoca en su equipo
Un gorila mira al macho alfa de su grupo cada 30 segundos, más o menos.
Las personas no somos muy diferentes de nuestros primos los gorilas. Prestamos demasiada atención hacia arriba, hacia nuestros superiores. Queremos que nos vean y nos aprueben.
Esto puede implicar que no estemos enfocados en nuestro equipo. Bob Sutton, autor del libro Buen jefe, mal jefe, lo llama asimetría de atención: Nos centramos en complacer a nuestros superiores y descuidamos (involuntariamente) a las personas que están bajo nuestra responsabilidad.
Como jefe, son las personas de tu equipo quienes observan tus pasos. Tú eres su gorila alfa. Es imprescindible que les prestes atención y los apoyes. Escucha más y habla menos. Valora a los que hacen contribuciones importantes.
Un jefe sabio inspira a sus trabajadores. Los anima a aprender, a crecer, a tener una vida profesional con significado. Obtiene lo mejor de ellos desde el primer día. Los obliga a ser tenaces, a avanzar constantemente a pesar de las adversidades.
No existe un camino sencillo para convertirse en un buen jefe. Requerirá que te esfuerces todos los días, que hagas bien las cosas grandes y las pequeñas. También deberás levantarte después de cada revés y ayudar a tu gente a seguir adelante.
No te preocupes por lo que piensen de ti los demás, especialmente tus superiores. Enfócate en tu equipo.

Fotografía original de Chloe Evans en Unsplash.
Establece objetivos y desmenúzalos
Eso de establecer objetivos pueden parecer palabras desgastadas.
Pero esto es una realidad: Haber definido unos objetivos claros es lo que diferencia a las personas eficaces de los que no consiguen nada. Tanto a nivel personal como a nivel colectivo.
En tu equipo, ¿todos saben cuál es el objetivo? ¿Saben cuál es el camino para alcanzarlo? ¿Saben qué contribución se espera de cada uno? Todos lo deben saber de forma clara.
Pero lo anterior no es suficiente. Aquí es donde un jefe eficaz marca la diferencia.
Bob Sutton señala que los mejores jefes desmenuzan los objetivos en pequeños fragmentos. Después, actúan como si cada tarea fuera algo que la gente puede concluir sin dificultad. Esto permitirá que todos tengan confianza y que cada paso sea dado en la dirección correcta.
Por lo tanto, no debes proponer una meta ambiciosa sin ayudar a tu equipo a dividir el camino en pasos pequeños y sencillos.
Además, los objetivos deben perseguirse con tenacidad. Esto es una carrera de fondo en la que aparecerán obstáculos inesperados. Es tu trabajo presionarte a ti mismo y a los demás para seguir adelante.

Fotografía original de Sergio Mena Ferreira en Unsplash
Cuida tu forma de comunicarte
Lo primero que debes tener en cuenta es lo siguiente: La mejor comunicación es el ejemplo. Hay gente a la que le sobran palabras y le faltan resultados.
Recuerda lo que decíamos del gorila alfa. Cuando eres el jefe, tus empleados están atentos a cada una de tus palabras y comportamientos. Vigila lo que dices y cómo lo dices.
Una crítica puede tener un efecto devastador. Sobre todo, evita criticar en público.
Cuando sea imprescindible, hazlo en una conversación privada. Comienza con algo bueno. Elogia de forma sincera algo concreto. Después, la otra persona será más receptiva a la crítica. Tendrá un efecto constructivo. De eso se trata: la otra persona debe sentir que el propósito de esa conversación es buscar una mejora.
Un jefe eficaz se comunica de forma asertiva. Tus palabras no deben transmitir agresividad, pero tampoco pasividad o sumisión. Tan malo es un extremo como el otro.
Si no eres humilde, humilde de verdad, es probable que se te escapen comentarios desafortunados que desmotiven a quienes te escuchan.
Para algunos individuos, la humildad consiste en interpretar un papel. Y al menor tropiezo, dejan caer la máscara para mostrar al actor que llevan dentro.
Como señala Xavier Marcet, los mejores jefes desprenden una humildad no impostada. No necesitan ser arrogantes para liderar. Construyen una trayectoria personal que combina humildad con ambición y cercanía con convicción.

Un buen jefe transmite confianza
No puedes permitirte ser una persona triste y pesimista. Debes aportar energía en todas las situaciones. Debes transmitir confianza.
Anima a los demás a seguir adelante, incluso cuando tú mismo sientas que te faltan las fuerzas.
Miguel Udaondo lo describe muy bien:
El líder se come los miedos solo y debe encontrar dentro de sí mismo la fuerza para seguir. El líder debe ser inasequible al desaliento.
Miguel Udaondo, presidente de la AEC.
Los jefes toman decisiones. Lo hacen en medio de las dudas. No se esconden detrás de la indecisión o el miedo a tomar una decisión equivocada. Y cuando es necesario rectificar, lo hacen sin sentirse avergonzados.
Un buen jefe inyecta a su gente confianza, y no miedo. Un buen jefe no puede ser un pusilánime.

Acepta la responsabilidad
Imagina un gorila jefe que siempre culpa de sus problemas a las circunstancias. O a otros gorilas. Está dando a entender lo siguiente:
“No he tenido poder para evitar este problema. Y tampoco tendré capacidad para solucionarlo”.
No pongas excusas. Acepta tus errores. Piensa en qué podrías haber hecho mejor. No te escondas detrás de la falta de recursos para justificar no haber logrado algo. Y no dirijas la culpa hacia otros.
Cuando tu equipo sufra algún revés, debes actuar con firmeza.
Coge las riendas y acepta la responsabilidad. No culpes a factores externos ni a otras personas. Eso daría una imagen de impotencia. Quien no acepta su responsabilidad da muestras de que no ha aprendido nada.
Actuar con firmeza te hará sentir seguro. Además, la confianza en uno mismo es importante porque, como todas las emociones, es contagiosa y se extenderá entre tus subordinados.
Cuando asumes la responsabilidad en nombre de tu equipo, generas lealtad. Si te responsabilizas de los errores de alguien, esa persona contraerá una deuda contigo. Y si esa persona no se ha dado cuenta, asegúrate de que recibe el mensaje de alguna manera.
Establece normas de comportamiento
Imagina un equipo de remo en el que cada persona quiere avanzar en una dirección diferente. O cada una a su propio ritmo.
Es probable que no lleguen a ningún sitio. Peor aún: La embarcación podría terminar en el fondo del río.
Construir un buen equipo no es fácil. Es habitual que surjan conflictos o que unas personas no encajen con otras. También es común que haya algún miembro del equipo que tenga pocas habilidades sociales.
Estos problemas hacen que todo resulte más difícil.
Un jefe eficaz no evita los conflictos. Maneja bien la tensión, incluso la espera. El conflicto puede ser un mecanismo para superar los desacuerdos y avanzar hacia la resolución.
Como buen jefe, deberás establecer unas normas de comportamiento inequívocas que se apliquen a todos por igual.
Jon Katzenbach y Douglas Smith señalan algunas reglas básicas para el trabajo del día a día:
- Evita las interrupciones. Nadie debe molestar a nadie. El jefe tampoco debe interrumpir a nadie. Los mejores jefes dejan trabajar a los empleados.
- Si surgen desacuerdos, las personas deberán aportar soluciones. Anima a los miembros de tu equipo a afrontar los desacuerdos de forma constructiva.
- Exige discreción. Pueden surgir problemas delicados o situaciones en las que alguna persona haya cometido un error humillante. Estas experiencias no deben salir fuera de las fronteras del grupo.
- El propósito de un equipo no es reunirse y discutir. Es actuar y producir resultados. Deja esto claro desde el principio.
Las normas de comportamiento que debe serguir cada grupo dependen de muchos factores. Pero hay dos elementos básicos que siempre deben existir: Respeto mutuo y compromiso.
Productividad y buenas relaciones
Un jefe inteligente mejora las relaciones y la productividad de su equipo al mismo tiempo. Bob Sutton lo describe como victorias dos por uno.
Según su experiencia en unidades de cuidados intensivos, cuando los médicos hacen preguntas a las enfermeras como ¿Está usted de acuerdo con mi diagnóstico?, las enfermeras se sienten más respetadas e implicadas. Y los médicos hacen diagnósticos más precisos.
No sólo se trata de construir un lugar en el que trabajar resulte agradable. Los jefes tienen un impacto en el compromiso y el rendimiento de los empleados.
Los buenos jefes hacen que sus empresas sean mejores y más rentables. Los malos son un lastre.

Sé un jefe eficaz
En un artículo publicado por Harvard Business Review en 1982, John P. Kotter señalaba varios hábitos de los jefes con más éxito. Creo que estos comportamientos son más importantes ahora que hace 40 años.
Según Kotter, los jefes más eficaces:
- Pasan la mayor parte del tiempo con otros. Dedican su tiempo a muchas personas diferentes, no sólo a sus subordinados.
- En las discusiones, tratan temas muy variados. No se limitan a hablar de planificación, estrategia y todos esos asuntos que los demás consideran “propio de los jefes”.
- Hacen las preguntas correctas. Pasan mucho tiempo escuchando. Piden a los demás que contribuyan con sus ideas.
- Intentan influir en lugar de dar órdenes. Confían en su capacidad para persuadir. Si dan una orden directa a alguien, prefieren no hacerlo delante de otros.
- Trabajan muchas horas. Sí, los mejores jefes trabajan mucho. Pero merece la pena.
- Caminan por toda la empresa. Aunque tengan miles de cosas por hacer, reservan tiempo para caminar, escuchar y ofrecer reconocimiento. Aprovechan los encuentros “casuales” para establecer breves conversaciones “aleatorias”. Nada tienen de casuales ni de aleatorias.
Esto último me parece muy importante. Bob Sutton señala que los buenos jefes son conscientes de que la gente que sabe más, en algunas ocasiones, apenas se hace oír.
Cuando esto ocurre, la tarea del jefe consiste en preguntar su opinión a esas personas. Buscar encuentros fortuitos es una buena opción.
Por encima de todo lo demás, los buenos líderes son abiertos. Van arriba y abajo y dan vueltas por todos los rincones de sus organizaciones para llegar a la gente. No se quedan en los canales establecidos. Son informales. Son directos con la gente.
Jack Welch
Dos recomendaciones para un buen jefe
Antes de terminar el artículo, quiero recomendarte dos libros que merecen ser leídos una y otra vez. No tienen desperdicio. Los dos se han vendido mucho. Es probable que los conozcas.
El primero es Buen jefe, mal jefe de Bob Sutton. He hecho referencias a su autor varias veces en este artículo.
El segundo es Aprendiendo de los mejores. Francisco Alcaide hace una síntesis de las ideas de los mejores líderes en varios ámbitos. Entre ellos, están algunos de los buenos jefes a los que he citado en este artículo: John P. Kotter, Jack Welch o Peter Drucker. Sus enseñanzas nos harán caminar a hombros de gigantes.

Unas palabras finales
Para ser un buen jefe y tener éxito en cualquier aspecto de la vida, debes trabajar internamente. Lo importante es cómo piensas, cómo te sientes y cómo te comportas. Eso te hará llegar más lejos que los recursos que tengas a tu alcance.
La virtud es una decisión personal. También lo es la mediocridad. Tú eliges.
Gracias por leer este artículo. Espero que haya alguna idea que te resulte útil para ser un buen jefe. Con eso, me daría por satisfecho.
Me gustaría que compartieras conmigo tu experiencia como jefe. O tu experiencia con buenos jefes a los que hayas conocido. Puedes escribirme un correo o contactar conmigo en LinkedIn.

Me ha gustado mucho.
Somos dos ingenieros con idénticas pasiones, la lectura y el liderazgo.
Gracias por tu comentario, Miguel Ángel.
Me alegro de que el artículo te haya gustado. 🙂